De las muchas formas que tenía para hacer un pequeño homenaje a Spinetta, elijo la de compartir una charla telefónica de unos 8/10 minutos.
Ayer a la noche llamé a mi vieja (64 años) para charlar, cómo tantas otras noches. En un momento me dice:
- ¿Viste que triste lo de Spinetta?
Y un toque me sorprendió. Más que nada por el hecho de que sé que no era fanática de Spinetta. Habrá escuchado temas de él en la radio, como cualquier otra persona no fanática de él. Pero nunca escuchó un disco completo, tampoco compró uno (ni siquiera a mi de regalo), y mucho menos lo fue a ver en vivo. Y tengo certeza total de todas esas cosas.
El tema es que hablamos un toque de su muerte. De las imágenes que se veían por la tele, de que mierda eran los medios y Revista Buitre (o Revista Caras, lamentablemente para la mayoría), y de toda la gente que respetuosamente esperaba en la puerta de su casa para aplaudirlo por última vez. La charla luego siguió en lo gran músico que fue. Alguien muy prolífico y siempre en un nivel muy alto. Y ahí me sorprendió de vuelta diciendo:
- Es que me parece que de todos los grandes músicos del rock nacional, creo que Spinetta era el único que merecía ser llamado artista.
La visión de Spinetta por una señora que habrá escuchado sólo un puñado de toda su inmensa cantidad de canciones, pero nunca un disco completo. Alguien que nunca compró un disco suyo y que jamás fue a verlo en vivo.
Ese recuerdo y percepción de Spinetta, de alguien tan lejano a su música y su persona, en algún momento de la noche en que murió, en algún lugar de Buenos Aires, me pareció el mejor homenaje para el Flaco.
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